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domingo, 28 de septiembre de 2008

Globalización, Estado, Partidos Políticos y Ciudadanía

La globalización que impera en la actualidad evidentemente tiene efectos en la esfera de lo político. Los cambios y la capacidad de enfrentarlos debería ser una constante en especial en la acción política cuyo objeto es dinámico a la vez multidimensional. Lo que se plantea es que las condiciones aparejadas por la globalización ha debilitado la acción política de los diferentes actores, tanto por la debilidad del mismo Estado, como por los cambios que limita su soberanía. Este mismo efecto se reproduce en los partidos políticos y replantea la noción de ciudadanía.

La democratización de los estados latinoamericanos coincidió con el desmantelamiento del Estado desarrollista, sistema que se implementó y que no generó una ruptura con el modelo oligárquico, sino que convive con el, en ese sentido, la relación del Estado, los partidos públicos y una nueva dimensión de la ciudadanía.

La situación descrita generó el clientelaje, en el cual el estado es capturado por las clases dominantes, mediante dos tipos de partidos políticos oligárquico y patrimonialista, lo cual genera inevitablemente una mayor exclusión, que convive con la eclosión de movimientos populares y el surgimiento de partidos políticos obreros y clasistas que no se articularon y devino en la falta de gobernabilidad, este problema que se fue embalsando se refleja en la baja ciudadanía y la falta de representatividad de los partidos políticos que no han contribuido a la solución de problemas.

En Latinoamérica la aplicación del Consenso de Washington que implementa medidas de corte neoliberal, la liberalización de la economía, la privatización de empresas públicas, la desregulación, etc. en sustitución de los modelos desarrollistas, planificadores o estatistas, propugnó la reducción del Estado para que el mercado asigne eficientemente los recursos, se tradujo en una mayor brecha en términos económicos y acentúo la exclusión en la región y la desigualdad.

El viraje de la economía bajo el sustento de un Estado ineficiente y mal empresario, bajo visiones tecnocráticas y de eficiencia bajo el modelo de la actividad privada y el management dieron sustento al relajamiento, por ejemplo, de derechos laborales creando una situación de desprotección.

En la actualidad los partidos políticos no gozan de gran representación y popularidad, no son concebidos como canales por los cuales los ciudadanos pueden hacer que sus demandas se posicionen en la agenda, por lo cual no se espera soluciones que puedan surgir de ellos y consecuentemente, no son advertidos como un mecanismo de representación y menos aún, de solución. Aunado a la sensación de ser una especie de clase que se aprovecha de su posición para beneficiarse del Estado o lograr pactos, que responden a una lógica patrimonialista de la cosa publica.

Encontramos en Latinoamérica tres formas que caracterizan los partidos políticos, el sistema de partidos, partidos sin sistema y políticos sin partido, evidentemente que allí donde no exista un sistema de partidos fuerte, los cambios que se quieran implementar y sobretodo aquellos que vienen de afuera son aplicados como completa extrapolación de recetas sin tomar en cuenta las características particulares de cada nación.

En este contexto la política como acción que busca la conducción de la sociedad, desde una visión ideológica con mayor o menor multiplicidad, debe en primer lugar, reparar en las condiciones o características de las demandas públicas y en segundo lugar, sí sus planteamientos reconocen un entorno cambiante y el desfase de este con las nuevas prácticas o formas de ciudadanía.

El enfoque de tres dimensiones de acción de los partidos políticos de la época moderna, la instrumental que trata la satisfacción de intereses o reivindicativa, la del proyecto o ideología y la profesional o técnica, se han dejado de lado las dos primeras y subsiste o ha tomado mayor preponderancia la dimensión técnica o profesional y es en esta dimensión que imperan los partidos políticos, es así que esta reducción genera una percepción de la actuación de estos desligados de las demandas sociales y de representación.

Los partidos políticos ante el embate de la globalización, la desaparición del Estado a causa de una profunda crisis económica y su minimización y la mayor importancia que han tomado los medios de comunicación, deben reparar en las nuevas condiciones en las que tiene que desarrollarse y no centrar sus esperanzas en la posibilidad pendular en la variación del tamaño del Estado, debido a su identificación con el en la pugna por el poder.

La identificación del Estado y la sociedad por parte de los partidos políticos trajo como consecuencia la formación de partidos populistas y clasistas que tuvieron que enfrentar al ejercito que atacó a las organizaciones políticas, en un intento de destruirlos y desmovilizarlos lo cual no lo logró.

La resistencia a dejar de tomar de referencia al Estado, la globalización que plantea ya no la mirada solo hacía adentro, genera que se tenga una nueva visión y redefinición del papel que debe desempeñarse, ante lo cual los partidos políticos deben plasmar sus acciones en la sociedad, ya que toman mayor importancia las demandas sociales, equidad, inclusión, derechos humanos, etc.

Es así que los partidos políticos deben dirigir su mirada hacía la construcción de ciudadanía, reconocer una institucionalización mas dinámica, tener un función mas representativa e ir de un Estado mínimo a uno que incentive la mayor participación, control y transparencia.

La antigua centralidad de la política en la discusión de los problemas que aquejaban a la sociedad desde la perspectiva pública ha virado hacía una centralidad mas abstracta, pero que los sectores en boga, como el economicismo, pragmatismo y la tecnocracia no han podido responder, esto plantea a los partidos políticos la articulación de sus objetivos dentro de una perspectiva diferente lo cual exige su readecuación.

Es así que las divisiones sociales o económicas en esta época globalizada, han generado mayores fraccionamientos que no son plenamente representados por los partidos, es mas son tan diversos que pueden ser inclusive transversales a varias organizaciones, así como la eclosión de nuevos problemas y conflictos pero que tienen nuevas dimensiones.

Al entrar los partidos políticos en crisis, esto se refleja en la consolidación democrática y las nuevas modalidades de articulación social que ya no se agrupan en clases o ideologías, sino el fenómeno de redes sobre temas impuestos por corrientes de opinión que se discuten en los medios de comunicación.

El nuevo actor social llamado “opinión pública” no depende de los partidos políticos, sino de nuevas organizaciones o redes que van desde demandas culturales, derechos humanos, y otros que se materializan en la agenda pública y por lo cual se vuelven predominante los medios de comunicación, encuestas y las tecnologías de la información.

Los partidos políticos al virar su mirada del Estado a la sociedad tiene que relacionarse con un nuevo tipo de ciudadanía que se ha configurado en opinión pública, lo cual genera dificultades no menores en cuanto a la posibilidad de representación, ya que se hace mas difícil que se planteen visiones deseables de la sociedad, por lo tanto, las nuevas ideas, propuestas y tendencias son difíciles de representar aún para otro tipos de organizaciones que han pretendido copar los nuevos espacios que empiezan a emerger.

La idea de los partidos que se basaba mas en los problemas inmediatos de la gente dejando de lado, proyectos o formas de pensar el futuro y tratar de lograr su construcción y no se ha generado la confrontación de las ideas y el debate que enriquecen las propuestas, lo cual se hace evidente al llegar a situaciones que las demandas no son intra estatales sino que colisiona con la realidad que trasciende el mismo Estado.

Esta falta de propuestas y de debate genera mayor desconfianza y sitúa a los partidos en la visión de la población como organizaciones desvinculadas y con objetivos ajenos e inadecuados a la nueva situación planteada por la intrusión de la globalización.

Pero, es de reconocer que no puede plantearse la desaparición de los partidos políticos, con lo cual su espacio podría ser tomado por una tecnocracia profesionalizada que quizás cometa excesos económicos y que no desarrolle ejercicios democráticos acentuando la exclusión social.

El papel de la televisión en la formación de opinión pública o como medio para la fijación de la agenda pública, pone en aprietos la estructura de los partidos políticos, los cuales no han estado preparados para esta nueva realidad que impone una mejor comprensión de sus objetivos y como plasmarlos o peor aún ponerlos en la agenda pública, hecho que los subordina a los medios de comunicación, lo cual transfiere la decisión de que es lo importante y sobre esos temas se llega a una priorización de lo importante, en este estado de las cosas, debe plantearse un rescate de lo importante mediante acciones que se logre la preeminencia de los objetivos realmente importantes antes que la decisión arbitraria o quizás sensacionalista de los medios de comunicación.

Sin embargo, puede verse que los partidos políticos han sobrevivido a los cambios, sí bien puede discutirse su falta de adaptabilidad a los cambios, sea por su falta de claridad de objetivos, o su divorcio de las demandas sociales, estos son indispensables junto con el Estado y la sociedad civil puedan generar espacios democráticos y no caer en opciones pseudos tecnocráticas y mediáticas que no responden a las demandas de los diferentes sectores y que generan mayor exclusión social y cultural.

La caída de la falta de institucionalización de los partidos políticos así como su desmasificación, ha traído como consecuencia, efectos no queridos desde la perspectiva de lo que podemos llamar el rescate de los partidos como un factor importante en la democratización de Latinoamérica.

Se produce un estrechamiento de las opciones políticas al desinstitucionalizarse la representación, desmasificarse y la visión de la verticalización de la relación entre los partidos y la sociedad, ante esto se puede plantear que se estaría banalizando los objetivos sociales.

Dicho lo anterior no puede plantearse un solución univoca que involucre solo a los partidos políticos, sino que debe reconocer los retos planteados por la nueva realidad y recrearse con una nueva visión del Estado y organizaciones sociales con cierta independencia, esta es una relación que debe hacer frente o buscar la forma de responder en forma dinámica los retos que plantean las nuevas condiciones de la globalización y desde su principal fuerza el debate o la exposición de las ideas en confrontación con otras que puedan enriquecer las perspectivas de una sociedad deseable y posible que atraiga a las diversas organizaciones o redes de opinión, esto no significa ceder a las formas que nos impone la globalización, sino que desde una nueva visión posicionarse en una especie de “agenda pública importante”.

Es preciso señalar que, los partidos políticos son importantes para el desarrollo democrático y existe la percepción en la sociedad de que son imprescindibles a pesar de la pésima percepción de sus actuaciones, a estos efectos se requiere la desvinculación de liderazgos personalizados y un ejercicio democrático al interior de los mismos que mejore su organización y estructura, y un desarrollo de sus programas e ideologías que respondan a la nueva realidad y generen adhesión en la sociedad, y que no se produzca una situación estática o lo que se conoce como “fugas” ante problemas que no son de fácil comprensión y solución.

Asimismo, la profesionalización de la política es necesaria y debe atraer a las personas como un medio de ascenso social y de reconocimiento de capacidades, esto es coherente con la realidad que plantea la globalización que plantea retos a los partidos políticos.

De no llegarse a generar capacidad de respuesta, quedaríamos a merced de una mayor exclusión y la generación de una nueva elite que se reflejaría en nuevas prácticas oligárquicas.

Globalización y una nueva visión de ciudadanía

El desempeño de los estados latinoamericanos, en los cuales se ha pasado de modelos oligárquicos, desarrollistas o de planificación central, han marcado, como se ha señalado antes, una relación Estado, organizaciones políticas y organizaciones sociales con posiciones de clase e ideologías de confrontación, en este contexto tenemos que en la región se observa situaciones de exclusión, marcada desigualdad y baja ciudadanía.

La articulación de los intereses sociales responde a una mayor demanda de los llamados derechos civiles, políticos y los llamados derechos de tercera generación: económicos, sociales y culturales.

Cabe preguntarse, ¿Cuánta ciudadanía requiere la democracia? Y nos lleva a preguntarnos también sí la democracia es una consecuencia del modelo capitalista, advirtiéndose que la ciudadanía se ha ido conquistando mediante luchas de clases de los diferentes actores sociales. A este respecto también cabe otra pregunta importante ¿Cuánta desigualdad o exclusión soporta la democracia?, preguntas que son cruciales y que plantean serias advertencias sobre el destino del modelo de no llegar a una situación mas equitativa e inclusiva.

La diferencia ante la ley marcan una especie de clases o de individuos que se encuentran por encima de ella, otros a los cuales se les aplican en sus aspectos de control y no de derechos.

La transición de estos modelos al modelo neoliberal se da en condiciones dispares y que no tienen nada que ver con posiciones ideológicas que hayan propugnado su aplicación, sino que estos son sustentados ante el fracaso del Estado y el descrédito de los partidos políticos que llevó a plantearse la adopción de políticas de mercado, pero desde afuera y no como un planteamiento que deviene de un debate de opciones a implementarse.

Es así que ante la emergencia de las economías de la región y la existencia de una realidad que es la globalización, se optó por la implementación de economías globalizadas, que se basaban en las bondades del mercado y el capital, pero que trascienden al Estado y cuestionan en alguna forma su soberanía.

Desde la óptica de la construcción de la democracia es importante resaltar que la ciudadanía constituye un elemento esencial que tiene que se relaciona con los objetivos de los partidos políticos, en cuanto a su contenido, la objetivización de los derechos, la socialización, el carácter inclusivo de los mismos, la participación en aspectos relacionados al bien común.

La ciudadanía que contiene todo el cúmulo de libertades, derechos, desarrollo como persona, derechos civiles y humanos, y por otro lado a la participación y la posibilidad de ser elegido para cargos políticos o públicos, trasciende lo planteado por la economía de mercado, el cual se sustenta en una motivación egoísta de la minimización de costos y un mero maximizador de beneficios, lo cual genera un individualismo que se contrapone en extremo a la idea que plasmaron los republicanos de la ciudadanía.

La construcción de la ciudadanía en un contexto en que la globalización y la era moderna ha recreado de manera diferente ya que se plantea que existen derechos inalienables como los son los derechos económicos y políticos, pero dada la nueva conformación planteada, puede plantearse como inalienables también los derechos económicos, sociales y culturales, es decir que estos derechos tratan de asegurar una situación de bienestar que toma relevancia.

El binomio democracia y economía de mercado ha generado una visión positiva de un paradigma, pero el contenido de los mismos debe darse dentro de la democracia y el efectivo ejercicio de la ciudadanía y no la sumisión al mercado como fin en si mismo, sin que debe subordinarse a objetivos de convivencia social que es uno de los objetivos de la existencia del Estado.

Otro paradigma es el macroeconómico que incide en un aspecto que es el económico y el divorcio con las situaciones que trascienden estas cifras y que se considera como la única opción lo cual constituye un derecho sin política, esto se genera por la convivencia de la política con el mercado y la democracia.

La difusión política global plantea que cosa “es lo correcto” y los estados son sometidos a la fiscalización global, aunado a la disolución de sus fronteras y la creciente vulneración de las economías nacionales, es decir que estamos ante planteamientos que trascienden al territorio mismo de administración del Estado y que se encuentra supeditado a decisiones externas y en forma dramática a la consulta de sus actividades en el plano económico y financiero, esto trae la debilidad del estado – nación y una mayor diversidad y diferenciación social.

Predomina una forma de participación a través del consumo, pero la capacidad de este consumo no es igual para todos, esto genera desigualdad sí es que no se toma en consideración la reorientación y la calidad del consumo, es decir hay que vincular la ciudadanía y el consumo, mediante el acceso a un variada y vasta oferta con acceso a la información para no generar asimetrías en la información y generar una elección no informada, una real implementación de controles de calidad y la participación efectiva de la sociedad en la decisiones materiales simbólicas.

Surgen los recursos simbólicos, como la participación, el acceso a la información y la posibilidad de participar en la comunicación, esto generan las llamadas redes que se ocupan de temas tan diverso y en algunos caso fragmentados, lo cual se refleja en la diversidad de las mismas. El desigual acceso a estos recursos ocasionan una nueva forma de exclusión y es el contenido de la nueva ciudadanía, por lo que es necesario ver la forma de lograr su acceso.

Lograr que todos los sectores logren acceder a los recursos de comunicación y a logra contactarse con las redes que se forman en torno a temas que no necesariamente tienen que ver con lo que antes se consideraba lo importante en la política, sino que, se generan en forma dinámica y toman los mas diversos intereses, implementándose formas de llevar estos recursos comunicativos, como por ejemplo la experiencia en el Perú de los telecentros, es decir el acceso masificado de las tecnologías de la comunicación.

Implantar mecanismos de “pertenencia” para evitar la exclusión y afirmar una nueva ciudadanía con acceso a información y a recursos tecnológicos que faciliten formar parte de los circuitos de comunicación para el intercambio cultural, plantea repensar un nuevo pacto social que lleve a los actores a reconocer la diversidad de derechos demandados.

La globalización debilita la noción de ciudadanía en cuanto ejercicio al estilo republicano, pero adquiere una nueva dimensión al incluir mecanismos sociales, que traten sobre las igualdades y diferencias, es decir, la diferencia en cuanto se debe reconocer ciertas características sociales y culturales que no puede ser tratada en forma estándar, ya que debe reconocerse la heterogeneidad y por otro lado, igualdad de tal
.manera que no se generen prácticas de exclusión.

Advertimos entonces la existencia de un hiper ciudadano, que requiere un mayor reconocimiento de nuevos aspectos que conforman su “ciudadanía”. El ciudadano, como aquel que puede ejercer el pleno ejercicio de sus derechos y cumplir sus deberes.

La importancia de la pertenencia, de formar parte de una nueva forma de agrupación que trasciende la comunicación tradicional, ha generado el predominio de las Tecnología de la Información y Comunicación TIC, cabe preguntarse sí esto es positivo, desde nuestro punto de vista son herramientas y que lo esencial está en su contenido, es decir puede servir para la mejor transmisión de valores, identidades y otros aspectos que se perciben como deseados, pero también puede transmitir aspectos negativos.

Sin embargo, debe reconocerse que la falta de acceso a estos mecanismos, dada su importancia en la decisión y formación de la “opinión pública” no debería darse, ya que genera una forma de exclusión, a pesar de que se considere por algunos como la banalización de la agenda pública.


El acceso a los derechos, aquellos llamados de primera, segunda y tercera generación deben procurarse y condiciona una nueva reconfiguración de la actividad política, alejada de la relación Estado – polis.

Ante esto se ha planteado una globalización desde abajo que sea alternativa de una globalización desde arriba que es propugnada por intereses transnacionales y que se basan en el pragmatismo y una aparente tecnocracia.

La variación de la identidad y la cultura responde a los cambios de la globalización que introduce un modelo neo liberal, debe ser contrapuesta a una relación de actores sociales o una sociedad civil global, que considere los aspectos importantes que no desnaturalicen la ciudadanía, sino que le den un mayor contenido y que propenda a la equidad y la inclusión como objetivos del Estado.

jueves, 14 de febrero de 2008

Maestros y tercio superior

La ley que establece como requísito estar ubicado en el tercio superior al término de los estudios superiores para participar en el concurso de plazas para docentes responde a una buena intención, pero puede hacer incurrir en una grave distorsión en el proceso de selección, conforme detallaremos:
1.- Podríamos hablar del tercio superior sí existiera una calidad uniforme en todos los centros de educación superior, lo cual a todas luces no ocurre. No se sabe a ciencia cierta cual es la brecha educativa entre el mejor centro de educación superior y, por así llamarlo. el mas deficiente. Aquí la cosa se complica ya que para ser justos tendríamos que ponderar los tercios de acuerdo a la exigencia de cada institución. Además al interior de las mismas instituciones educativas en un mismo curso existen profesores con distintos niveles de exigencia.
2.- El rendimiento académico es un importante indicador, pero no es el único, también debe tomarse en cuenta la experiencia, desempeño, capacitación post profesional, pérfil sicológico, etc. Los que hemos culminado una carrera profesional, podemos atestiguar que no siempre los ubicados en los primeros puestos pueden ser los mas indicados en el desempeño de ciertas actividades.
3.- El título a nombre de la nación es una garantía que el mismo país sucribe garantizando la suficiencia del profesional en el desempeño de sus actividades. ¿Cómo puede el mismo Estado sostener que solo un tercio es elegible para participar en un "Concurso Público"?.
4.- El Tercio, el cuarto el quinto superior, son referencias arbitrarias mas por la costumbre que por corresponder a una medida probada cientificamente.
5. El ministro dice que los que no pertenecen al tercio superior no se esforzaron... puede ser así, pero no siempre, no existen reglas absolutas. En todo caso, ¿Cual es el mensaje? a los que están siguiendo la carrera de educación y que por varios motivos, sean voluntarios o involuntarios, vislumbren que no van a poder ubicarse en el tercio superior, ¿Deben abandonar los estudios?,¿empezar a estudiar de nuevo?.
6.- Sí se trata de un concurso público y éste es bien diseñado, por que no permitir una competencia abierta. O acaso el Ministerio de Educación no confía en los criterios de selección de su pruebas. Sí es así que lo digan de una vez, que sus exámenes no garantizan que lleguen los mejores.

Un problema díficil es la falta de permeabilidad del ministro al amenzar a los Presidentes de los Gobiernos Regionales si desobedecen la norma que establece el requísito del tercio superior. Ante todo hay que pensar en lo mejor para la educación de los niños del país.

Nuestra opinión, como ya se ha expresado es que el requísito del tercio superior no debe ser exigido en el proceso de selección de los docentes.

Salvo mejor opinión.

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